abuelo Miguel de puente en la trilla. |
Agosto, me parecían bonitas tus costumbres; ya con la siega, hecha
llegaba la trilla. El calor era sofocante, pero el trabajo menos duro y más
variado. Las eras están llenas de personas dedicadas a las mismas tareas. Os
diré por orden cuáles eran.
El acarreador salía con sus bestias temprano por esos caminos de Dios en
busca de la mies para poder trillar. Si los campos estaban lejos, salía a la
una o las dos de la madrugada, durmiendo con el calor. Nos levantábamos con el
alba para entrar la paja o cuidar los animales empleados en la trilla,
sacándolos a pastar al monte.
Luego se ensanchaba la “parba”, o sea, los fajos acarreados durante la
noche. Entre tanto se almorzaba, mientras iban acudiendo las bestias del monte.
Se formaba una yunta o dos, según las posibilidades de cada vecino. Las yeguas
o caballos eran más ligeros que los clásicos machos. Éstos servían mejor para
el acarrero, pero colaboraban en todo, quedando al final del verano flacos y
medio cojos.
Los animales, guiados por una persona, daban vueltas y más vueltas. Era
pesado, pero el agua fresca y el descanso en alguna sombra ayudaban a
continuar. Cada hora se “encontornaba”, dándole vuelta a la mies. Las mujeres
aprovechaban para remendar los sacos y sábanas gruesas que se desgastaban.
A mediodía temprano, mientras el sol calentaba las espigas, se
desenganchaban las bestias, inquietas ya por el acoso de las moscas,
llevándolas a abrevar. Nuevamente se encontornaba. La mujer preparaba la
comida, tras haber atendido a numerosas tareas, no sin haber ido a la fuente
para traer un cántaro de fresca agua.
La siesta era pequeña en el mes de agosto. Ya va acortando la tarde y se
ha de aprovechar el tiempo al máximo. Nuevamente a la trilla, cantando para
espantar el sueño que nos tienta. Se recoge la parba con una
“retabilladora” grande sostenida por una
persona, mientras que otra conduce la bestia con un ramal.
Ya está preparado el montón para su selección y la aventadora con su
manivela. Se merienda un poco y se prosigue entre el molesto sol y el polvillo
de la paja, que se mezcla con el sudor. El sol va bajando al compás del montón.
Una persona hace funcionar la aventadora mediante la manivela, otra echa la
mies por la parte superior, y otra aparta el trigo, la paja y los morazos con
palas de madera.
Cuando el aire cambia, sobre todo si viene el bochorno, se viene todo a
la cara, y no se puede continuar, teniéndose que cambiar la aventadora de
posición, como todo lo demás, perdiéndose un tiempo precioso. Acabado el montón
grande se avienta el pequeño de los morazos.
Se selecciona el trigo y, entrada la noche, se llenan con él los sacos,
transportándose al granero. Es el final de la jornada, para alegría de todos,
repitiéndose los mismo a lo largo del mes de Agosto. A pesar del cansancio
cumplíamos con nuestras tareas, ya que entonces culminaba el esfuerzo de todo
un año.
A veces las grandes tormentas nos dificultaban. En la siega corríamos
todos a guarecernos en los corrales. Durante la trilla las tormentas
entorpecían grandemente. Al día siguiente se debía darle vuelta a la parba para
que se secase al sol, pues mojada no se podía trillar, y casi se perdía todo un
día, como mínimo. Se barrían las eras con grandes escobas hechas de ramas
atadas. Debíamos acudir a los campos para recoger y ordenar los fajos que se
llevaban los vendavales, y se les daba la vuelta, pues las espigas se aferraban
a la tierra con sus grillones. Así, luchando con los elementos de la
Naturaleza, el pobre labrador está a merced del tiempo, que a veces no es muy
compasivo.
Mes de Agosto, sólo cuentas con una fiesta en tu haber, siendo esperada
su llegada ansiosamente: el día 15 se celebra la Asunción de Nuestra Señora
(“el día de la Virgen”). Poco a poco se va desgastando el mes, que resulta
típico, pues los vecinos se juntan por los caminos y se relacionan.
Todo este proceso ha cambiado hoy en día. La maquinaria ha sustituido en
parte la mano del hombre; la “concentración parcelaria” ha cambiado la
distribución de las propiedades, facilitándose el trabajo, que ahora es
cumplido en menos tiempo y esfuerzo gracias a las Cooperativas.
Agosto, me eres simpático, pero ya te acabas, trayendo de la mano a tu
vecino Septiembre.
Avelina
Ferrández
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1 comentario:
Que bueno que salgan estos escritios de Abelina, que a los que tenemos unos años nos gustan estos recuerdos.
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