



Aunque un poco tardío, el sol calienta; los trigales, con la hoja ancha, se van transformando y se convierten en altas cañas que, al correr del tiempo, serán hermosas espigas. Éstas son mecidas dulcemente por la brisa de Mayo que, en general, es más suave que en meses anteriores. Los márgenes de los campos están cubiertas de hierba fresca, finísima, y todos los árboles han echado sus brotes o flores. Se cultiva en este mes el poquito de huerta que se siembra. Las aguas, en esta época, satisfacen las necesidades de riego. No será así al llegar Julio, cuando la única agua disponible será la de la lluvia.
En los pequeños huertos de casa se cultivan flores, como azucenas, clavelinas, amapolas, margaritas, ... En el yermo del monte las encontramos variadísimas: flores silvestres de todos los colores que dan encanto al paisaje. Los pajarillos forman sus nidos y cantan ruidosamente al amanecer. El monte huele a hierba fresca, a flores, a tomillo, y todo este conjunto de cosas hace que el corazón se sienta como la Naturaleza misma.
En mi niñez lo consideraba bonito por ser el mes de la Virgen María. Le llevábamos nuestro ramillete de flores y una humilde poesía enseñada en el colegio o por nuestros padres. Dábamos lo mejor de nosotros mismos, nuestro corazón infantil, limpio, transparente. Acudía mucha gente mayor. Primero se iba al rosario. Las jovencitas desgranaban sus bien timbradas voces, terminándose con las ofrendas infantiles. Después de rezar el “Ángelus” salíamos del templo con devoción.
Toda la gente se echaba a las calles: en el frontón jugaban a pelota. Las chicas iban a pasear por la carretera hasta la hora del baile. Se jugaba a la soga, a saltar, a prendas, al billar. Los mozos se divertían con la “barra”. Mi Larués, pequeño, sí, pero había mucha juventud y alegría por doquiera, pues la gente todavía no había emigrado a las ciudades. ¡Lástima que el progreso y un querer vivir mejor dejen abandonados a los pueblos, quedando en algunas épocas sólo personas mayores! ¡Cómo podría explotarse tu suelo, con más ganado lanar o vacuno!, porque tu profesión, honrado labrador, es tan digna y necesaria como cualquier otra. Han ido quedando atrás los recelos de los ciudadanos, que nos miraban por encima del hombro. Ya no están reñidas la Cultura con la Agricultura.
En el mes de Mayo se celebraban muchas festividades. Las buenas comidas iban acompañadas con postres de leche. En aquellos tiempos, sólo este mes y Junio gozaban de tal privilegio. Casi todas las casas tenían su rebaño de ganado, con algunas cabras que eran ordeñadas entonces, al ser los cabritillos ya grandes para la venta. Como el monte se conservaba muy verde todavía, los animales tienen más leche, al estar bien alimentados, pudiéndose hacer diariamente las riquísimas “sopas de leche”. Así, Mayo querido, con el paladar muy dulce, me paso a Junio, que también tiene su encanto.
Avelina
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