




Y sin pensar me he metido en Abril,
y “en Abril las aguas mil”, según reza nuestro refrán. Los
árboles están reverdeciendo, indicio de primavera, y tus campos
lucen espléndidos verdes como pinares. Las hojas, ya más fuertes,
son espuntadas por los corderillos. En este mes el despertar del
campo es amplio.
Se siembran las patatas en nuestra
fuerte tierra de secano. No se riegan a su debido tiempo, y por eso
se criarán grandes y pequeñas. Éstas últimas se cuecen en grandes
calderos para los cerdos y gallinas, unidas a los desperdicios de la
selección del trigo, cuya fina harina se emplea para elaborar el
rico pan casero. Estos desperdicios suelen llamarse harina de
tercera, “salvado”, que es la cascarilla que protege la harina
seleccionada.
Ya la tierra se abre en profundos
surcos mediante la labranza, ayudados por yuntas de bueyes o mulos.
Se utilizan los aperos o vertederas, provistos de una larga manguera
de madera, conducida por la mano del hombre, que duramente debe
seguir y dirigir a las bestias paso a paso. Posteriormente se
introdujeron también los bravanes, que son arrastrados por cuatro
animales mediante gruesas cadenas. Este medio de labranza resulta más
fructífero, pues sus grandes cuchillas abarcan más centímetros de
tierra, y así pueden desarrollar más trabajo.
Así quedan los campos preparados
para la sementera, que no será hasta finales de Septiembre. El aire
y el sol del verano dan elementos necesarios para su fertilización.
A ello contribuye el estiércol que producen los ganados, siendo
sustituido en parte por los nuevos abonos minerales.
El día 5 de Abril, San Vicente
Ferrer, es fiesta patronal. Va siguiendo Abril con sus almendros en
flor, sus riachuelos de agua cristalina. Toda la Naturaleza se abre
pujante para recibir al mes de Mayo.
Avelina
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