Como sabréis, recientemente se ha reabierto al publico el Museo Diocesano de Jaca.
Después de 7 años de obras ya esta visitable, y que decir que ha quedado muy bien arreglado.
Como joya del museo estan las pinturas del pueblo vecino de Bagües, consideradas como la capilla sixtina del romanico;
pero lo que a nosotros mas nos importa es que en dicho museo hay una pintura de nuestro querido SAN VICENTE, que debio ser llevado a Jaca en al decada de los 60 para su restauración y que ya no volvio al pueblo, una verdadera lastima.
Aqui lo podeis ver, aunque la calidad de la foto no es muy buena.
Si quereis ir a visitarlo esta en la segunda planta del museo, en la zona de pinturas renacentistas.
Y la verdad es que es muy bonito.
Más abajo podeis leer un poco sobre la historia del cuadro que gentilmente nos ha dado Belen Luque que es la directira del museo.
Espero que os guste.
SAN VICENTE MARTIR DE LARUÉS
Respecto a su consulta realizada sobre la tabla de San Vicente, le facilitamos la información de la que disponemos:
Es una pieza realizada hacia 1520 en estilo renacentista, con la técnica del óleo sobre tabla de madera.Sabemos con certeza que esta pieza formaba parte de la colección del Museo Diocesano de Jaca cuando se abrió en 1970, por lo tanto llegaría a este lugar a finales de los años 60.
Durante la reciente rehabilitación del museo, se ha llevado a cabo la restauración de la pieza por la empresa ANTIQUE, por tanto se encuentra actualmente en perfecto estado de conservación.
La iconografía que presenta la tabla es la habitual de San Vicente, ya que aparece con los símbolos de su martirio: la cruz en aspa y la rueda de molino con la soga atada al cuello. Además lleva la palma con la que se identifica a los mártires.
Belén Luque.
Directora Gerente del Museo Diocesano de Jaca.
Direción de la pagina web del Museo Diocesano de Jaca.
Le adjuntamos un archivo con la historia del santo:
SAN VICENTE, DIÁCONO Y MARTIR
Vicente significa vencedor en el combate de la fe y la Iglesia lo festeja el 22 de enero
Huesca, con una iglesia construida en el sitio de su casa natal, Zaragoza, donde estudió y desarrolló su actividad apostólica y Valencia, teatro de sus atroces tormentos y testigo de su glorioso triunfo, son las tres ciudades españolas que se disputan el honor de ser la cuna de San Vicente. El relato de su «pasión» leído en las iglesias, excitó la admiración universal. Algunos años después preguntaba Agustín en la Hipona africana: "¿Qué región, qué provincia del Imperio no celebra la gloria del Diácono Vicente? ¿Quién conocería el nombre de Daciano, si no hubiera leído la pasión del mártir?". (Sermón 276). Los papas San León Magno y San Gregorio celebraron al santo mártir en sus panegíricos, y San Isidoro de Sevilla y San Bernardo, en sus escritos.
SUS PADRES
Vicente era bello y aristócrata. Oriundo de una familia consular de Huesca, es el prototipo del ciudadano aragonés. Su padre, cónsul y su madre Enola, natural de Huesca, lo confiaron a San Valero, obispo de Zaragoza, bajo cuya dirección hizo rápidos progresos en la virtud. A los veintidós años, el obispo, que era tartamudo, le eligió diácono y le confió el cuidado de la predicación con lo que Valero, quedó en la penumbra. La actividad diaconal de Vicente se desarrolló durante una época relativamente serena y pacífica, pues en 270 el emperador Aurelio restableció la unidad del Imperio, y Diocleciano en 284 le dio una nueva organización, que favorecía la expansión de la Iglesia. Así se pudo cimentar el cristianismo en las regiones ya más evangelizadas y celebrar el Concilio de Elvira, que manifiesta una cierta madurez de la Iglesia en la Bética, ya en el 300.
LA PERSECUCIÓN DE DIOCLECIANO
Para llevar a cabo los edictos persecutorios, llega a España el prefecto Daciano, que permanece en la Península dos años, ensañándose cruelmente en la población cristiana. Entra en España por Gerona, y encargó el cumplimiento de los decretos imperiales al juez Rufino, pasando él a Barcelona donde sacrificó a San Cucufate y a la niña Santa Eulalia. De Barcelona pasó a Zaragoza. Arremetió contra los pastores para amedrentar al rebaño. En Zaragoza mandó prender al obispo y al diácono Vicente, pero no quiso entregarlos al suplicio. «Si no empiezo por quebrantar sus fuerzas con abrumadores trabajos, estoy seguro de mi derrota», pensaba. Les cargó pesadas cadenas, y ordenó conducirlos a pie hasta Valencia, haciéndoles padecer hambre y sed. En el largo viaje, los soldados les afligieron con toda clase de malos tratos.
CAMINO DE VALENCIA
Vienen a Valencia, colonia romana, por la Vía Augusta, extendida junto al Mediterráneo, para ser juzgados por Daciano. Antes de entrar en la ciudad, los esbirros pasaron la noche en una posada, dejando a Vicente atado a una columna en el patio, columna que se conserva en la parroquia de Santa Mónica, donde es venerada por los fieles. Ya en Valencia se les encerró en prisión oscura y se les dejó sin comer durante varios días. Cuando juzgó Daciano que estaban quebrantados, los mandó llamar, y se extrañó de que estuvieran alegres, sanos y robustos. Desterró al obispo y al rebelde, que le ultrajaba en público, lo sometió al potro, para que aprendiera a obedecer a los emperadores. Le desnudaron, y le azotaron con tal saña, que las cuerdas y ruedas, rompieron los nervios del mártir; le descoyuntaron sus miembros, y desgarraron sus carnes con uñas y garfios de hierro. El mismo Daciano se arrojó sobre la víctima, y le azotó cruelmente. El cuerpo de Vicente es desgarrado con uñas metálicas. Mientras lo torturaban, el juez intimaba al mártir a abjurar. Vicente rechazaba sus propuestas: "Te engañas, hombre cruel, si crees afligirme al destrozar mi cuerpo. Hay dentro de mí un ser libre y sereno que nadie puede violar. Tú intentas destruir un vaso de arcilla, destinado a romperse, pero en vano te esforzarás por tocar lo que está dentro, que sólo está sujeto a Dios".
Daciano, desconcertado y humillado ante aquella actitud, le ofrece el perdón si le entrega los libros sagrados. Pero la valentía del mártir es inexpugnable. Exasperado de nuevo el Prefecto, mandó aplicarle el supremo tormento, colocarlo sobre un lecho de hierro incandescente. El grado supremo de la tortura era el lecho candente. A Daciano le enfurecía la serenidad de Vicente y le asombraba y, hastiado de tanta sangre, mandó devolverlo a la cárcel. Prudencio en su Peristephanon, describe el calabozo oscuro donde, sobre cascos de cerámica y piedras puntiagudas, yace Vicente con los pies hundidos en los cepos. Pero, de pronto, la cárcel se ilumina, el suelo se cubre de flores y el ambiente de perfumes extraños. Se rompen los cepos y las cadenas. Todo es como un retazo de gloria. El prodigio conmueve la ciudad. El cruel torturador, ordena que curen las heridas del mártir valeroso. Y mientras le curan, muere Vicente.
Nada puede quebrantar la fortaleza del mártir que, recordando a su paisano San Lorenzo, sufre el tormento sin quejarse y bromeando entre las llamas. Lo arrojan entonces a un calabozo siniestro, oscuro y fétido "un lugar más negro que las mismas tinieblas", dice Prudencio. Luego presenta el poeta un coro de ángeles que vienen a consolar al mártir. Iluminan el antro horrible, cubren el suelo de flores, y alegran las tinieblas con sus armonías. Hasta el carcelero, conmovido, se convierte a Cristo.
CURARLO PARA ATORMENTARLO
Daciano manda curar al mártir para someterlo otra vez a los tormentos. Los cristianos le curan. Pero apenas colocado en un mullido lecho, cubierto de flores, el espíritu vencedor de Vicente vuela al cielo. Dios le llamó a su testigo, teñido aún con la sangre martirial. Era el mes de enero del 304. El tirano, despechado, mandó arrojar a un muladar el cadáver de Vicente para ser devorado por las alimañas. Un cuervo lo defendió de los buitres y de las fieras. En el lugar donde fue tirado, se alza hoy la parroquia de San Vicente Mártir de Valencia. En la cripta del templo existe un mosaico impresionante, que representa al santo diácono muerto, calzado con cáligas romanas. Ordena Daciano mutilar el cuerpo y arrojarlo al mar.
TIRADO AL MAR
Metido, pues, en un odre fue arrojado al mar, atado con una rueda de molino, de donde le viene el sobrenombre de “la Roda”. Las olas, más piadosas, lo devolvieron a la playa de Cullera donde lo recogió la cristiana Ionicia, lo enterró y los fieles cristianos comenzaron a venerarlo. Y el Ecl 51,1 pone en sus labios: "Me has salvado de la muerte, detuviste mi cuerpo ante la fosa. Me salvaste de múltiples peligros". El Señor le ha salvado, pero de otra manera... El es "el grano de trigo, que si cae en tierra y muere, da mucho fruto" (Jn 12,24). Su imagen es representada revestido de dalmática sagrada, con la palma del triunfo en la mano y junto al potro y la rueda de su tortura, o con una cruz, un cuervo y una parrilla. Es uno de los tres diáconos primeros que confesaron con su sangre la fe: Esteban en Jerusalén, Lorenzo en Roma, Vicente en Valencia. Su culto se extendió por toda la cristiandad.
Cuentan los relatos que preservado en el muladar y salvado de las aguas, fue enterrado en un modesto sepulcro junto a la vía Augusta, desde donde, como dice la Pasión litúrgica, fue llevado a la Iglesia Madre y puesto bajo el altar, en el “digno sepulcro” a que alude la misa mozárabe del santo. San Vicente llegó a ser el gran mártir de la Iglesia de Occidente, como san Lorenzo lo fue de Roma y de Oriente san Esteban, los tres diáconos. Las homilías de san Agustín predicadas en su fiesta difundieron más todavía su memoria. El martirio de san Vicente fue la semilla de la Iglesia en Valencia; en lugar de temor suscitó admiración, de modo que su sepulcro fue el centro de la primera comunidad y, cuando esta se institucionalizó y creció, el mártir se convirtió en el patrono de la misma y su valedor durante los años oscuros de la dominación musulmana.




1 comentario:
Estimados amigos de Larués: La Asociación VIA VICENTIUS VALENTIAE, que presido, está recuperando un camino histórico desde Roda de Isábena hasta Valencia que rememora los pasos de San Vicente Mártir , cuando en el siglo IV fue apresado en Caesar Augusta junto al Obispo Valero por los soldados romanos enviados por el Cónsul Daciano y trasladado a Valencia para sufrir martirio ante la negativa a renunciar a su fe. Así la difusión del conocimiento de este hecho provocó en los siglos siguientes una corriente de peregrinaciones desde toda Europa hasta Valencia para visitar los restos del mártir , convirtiéndose este fenómeno en algo muy anterior a las peregrinaciones medievales a Santiago de Compostela.
Todos los detalles del Camino de San Vicente Mártir, que discurre desde Roda de Isábena, hasta Traiguera, atravesando de Norte a Sur Aragón , y atravesando la provincia de Castellón y Valencia para enlazar con la antigua VIA AUGUSTA hasta llegar a Valencia en un camino de unos 750 km, y multitud de aspectos históricos y leyendas del santo pueden consultarse en las webs que la asociación ha creado en Internet: www.caminodesanvicentemartir.es y http://viavicentius.blogspot.com. En ellas, junto a la información práctica como mapas y perfiles de la ruta, el peregrino puede acceder a consejos para caminantes, un foro especializado y abundantes datos sobre la biografía de San Vicente Mártir y el arte o la arquitectura dedicados al Santo, además de consultar la Carta Vicentina y el Libro de Peregrinos, e incluso obtener la Credencial Vicentina. Asimismo realizamos reportajes ,conferencias, videos y artículos que pretenden difundir las excelencias de este camino. Se insiste particularmente en la idea de que este es un gran proyecto de recuperación histórica que queda al servicio de la sociedad con aspectos tan maravillosos como son las peregrinaciones ,el senderismo , el cicloturismo y la recuperación del tránsito por pueblos olvidados y de la misma Via Augusta como parte de su trayecto. Quedo a vuestra disposición para aportar nuestro granito de arena en el conocimiento de nuestra historia vicentina. Un saludo afectuoso.
Salvador Raga Navarro
PRESIDENTE
Asociación VIA VICENTIUS VALENTIAE - VIA ROMANA
www.caminodesanvicentemartir.es
http://viavicentius.blogspot.com/
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